8 de Marzo, Día de la Mujer Trabajadora.
Hoy 8 de Marzo, y desde 1911, se conmemora el Día Internacional de la Mujer, recordando así su lucha por participar en la sociedad en igualdad con el hombre y reivindicando, de igual forma, su desarrollo íntegro como persona. La mujer, a lo largo de toda la Historia, ha estado sometida, en ocasiones brutalmente, por el hombre; y sin embargo, algunas han destacado en sus campos de estudio de manera sobresaliente. La mayoría de las veces tuvieron que hacerlo a escondidas, víctimas de unas normas crueles e inhumanas (recordemos aquí que en el Congreso de Trento (1545-1563) se decidió por un voto de diferencia que la mujer tenía alma, más de doce siglos después del Congreso de Nicea (325), donde se acordó que carecían de ella; o también el artículo Leer era cosa de hombres, en El País, donde glosa la figura de Antonia Gutiérrez, que en 1837 consiguió que levantaran la prohibición de aceptar lectoras en la Biblioteca Nacional), pero su lucha ha conseguido, sobre todo en Occidente, unas cuotas impensables hace no demasiado tiempo. Todavía queda mucho por conseguir aquí en Occidente; pero sobre todo en el resto del mundo. Sirva este pequeño escrito como homenaje a todas esas mujeres discriminadas, simplemente por ser mujeres, que merecen una vida mejor en este siglo XXI, del que albergamos la esperanza de que se convierta en el siglo de la equiparación femenina en todos los estamentos que ocupa el hombre, en plan de igualdad; y que sea definitivamente el siglo en el que la discriminación por sexo sea asunto olvidado en todo el planeta. Es un objetivo, en el que todos podemos intentar aportar, como hombres también, nuestro pequeño grano de arena.
En el campo de la Ciencia, evidentemente, han sido pocas las mujeres que han sobresalido. El impedimento para acceder a las enseñanzas regladas fue un obstáculo para su desarrollo científico. Pero incluso así, algunas a escondidas, otras disfrazadas, otras enclaustradas en monasterios –los únicos lugares donde las mujeres podían estudiar- y otras armadas de valor, en sociedades donde estas actividades estaban mal vistas, lograron alcanzar la cima. En Matemáticas hemos estudiado en este blog a varias de ellas y al resto se lo debemos. Hipatia de Alejandría, Florence Nightingale, Sophie Germain, Sofía Kovaleskaya, María Agnesi, Ada Lovelace, Madame de Châtelet o Emmy Noether son símbolos de esa lucha, algunas de ellas por más causas, no sólo por ser mujer, y que todas ellas forman parte, por méritos propios, de la Historia de las Matemáticas, sin discusión alguna. Siempre nos preguntamos: si hubiesen podido realizar su actividad de manera igualitaria, ¿Dónde hubiesen llegado? , ¿y las demás que ni siquiera tuvieron la mínima oportunidad? Nunca lo sabremos, pero podemos hacer un esfuerzo por imaginarlo. AMJ
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