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Matemolivares

Matemáticas y poesía

Doce cerditos - Gloria Fuertes

Doce cerditos

Ocho tetitas
tiene mi cerda,
ocho tetitas
-y orgullosa de ellas.

Doce lechoncitos
tuvo mi cerda,
ocho están gorditos
y los otros dán pena.
Cuatro biberones
para los lechones
prepara la abuela,
los cria uno a uno
con santa paciencia,
con mucho cariño,
con leche de oveja.

Los cuatro cerditos
no pueden crecer
(biberón de oveja
no les sienta bien).
En vez de gruñir
sólo dicen ¡beee!

Poesía matemática - Fernández, Millôr

Poesía matemática

En las muchas hojas
Del libro de matemáticas
Un Cociente se enamoró
Un día dolorosamente
De una Incógnita.
La vio con su mirada innumerable
y la vio desde el ápice a la base:
Una figura impar;
ojos de robot, boca de trapecio,
cuerpo rectangular, senos esferoides.
Hizo de la suya una vida
paralela a la de ella,
hasta que se encontraron
en el infinito.
<<¿Quién eres tú? >> -indagó ella
con ansia radical.
<<Pero puedes llamarme hipotenusa >>
Y de hablar descubrieron que eran
(lo que en aritmética corresponde a las almas hermanas)
primos entre sí.
Y así se amaron
al cuadrado de la velocidad de la luz,
en una sexta potencia
trazando ,
al sabor del momento
y de la pasión,
rectas, curvas, círculos y líneas sinusoidales
en los jardines de la cuarta dimensión.
Escandalizaron a los ortodoxos de las formas euclidianas
y a los exegetas del Universo infinito.
Rompieron convenciones newtonianas y pitagóricas.
Y en fin resolvieron casarse,
constituir un hogar,
más que un hogar, una perpendicular.
Invitaron como padrinos
al Polígono y a la Bisectriz.
E hicieron planos y ecuaciones y diagramas para el futuro
soñando con una felicidad
integral y diferencial.
Y se casaron y tuvieron una secante y tres conos
muy graciosillos
Y fueron felices
hasta aquel día
en que todo se vuelve al fin
monotonía.
Fue entonces cuando surgió
El Máximo Común Divisor.
Ofreciole, a ella,
una grandeza absoluta
y la redujo a un denominador común.
Él, Cociente, percibió
Que con ella no formaba un todo,
una unidad.
Era un triángulo, llamado amoroso.
De ese problema él era una fracción
la más ordinaria,
Pero fue entonces cuando Einstein descubrió la Relatividad
Y todo lo que era espurio pasó a ser
moralidad
Como en cualquier sociedad.
  

Así se escribe la ciencia- Gabriel Celaya

Así se escribe la ciencia

Kepler miró llorando los cinco poliedros
encajados uno en otro, sistemáticos, perfectos,
en orden musical hasta la gran esfera.
Amó al dodecaedro, lloró al icosaedro
por sus inconsecuencias y sus complicaciones
adorables y raras, pero, ¡ay!, tan necesarias,
pues no cabe idear más sólidos perfectos
que los cinco sabidos, cuando hay tres dimensiones.
Pensó, mirando el cielo matemático, lejos,
que quizá le faltara una lágrima al miedo.
La lloró cristalina: depositó el silencio,

y aquel metapoliedro, geometría del sueño,
no pensable y a un tiempo normalmente correcto,
restableció sin ruido la paz del gran sistema.
No cabía, es sabido, según lo que decían,
más orden que el dictado. Mas él soñó: pensaba.
Eran más que razones: las razones ardían.
Estaba equivocado, mas los astros giraban.
Su sistema era sólo, según lo presentido,
el orden no pensado de un mundo enloquecido,
y él buscaba el defecto del bello teorema.
Lo claro coincidía de hecho con el espanto
y en la nada, la nada le besaba a lo exacto.

 

Multiplicación- Celaya, Gabriel

Celaya, Gabriel
Multiplicación

Uno por uno es el hombre

cualquiera como Dios manda

y ese salvar las distancias

que –mala cuenta- se cantan.

Dos por uno es la evidencia

que en un dos por tres tendrás.

Dos por cuatro, buen compás.

Dos por cinco, la sorpresa

del diez redondo y total.

¡Qué divino es, por humano,

el sistema decimal!

Cero por cero es la luz,

Cero por uno, el problema

(Pues con él yo creo el tú).

Cero por dos, el amor.

También el cero, mas en ¡oh!

(¡Oh!, que es un eco de yo)

Cero por tres... ¡Atención!

Debe haber algún error,

pues cuanto más multiplico

más repito: yo, yo, yo.

Teorema del solitario - Leopoldo Castilla

Castilla, Leopoldo

Teorema del solitario

Tomemos una cifra imaginaria

cero

y un hombre imaginario

uno

el cero no existe

pero él cree que sí

el dos se queda siempre

en

uno

el uno existe

pero nadie le cree.

Elogio de la sombra- Borges

Elogio de la sombra

No habrá nunca una puerta. Estás adentro

y el alcázar abarca el universo

y no tiene ni anverso ni reverso

ni externo muro ni secreto centro.

Baskhara

Baskhara

Un quinto de un enjambre de abejas

se posa sobre una flor de kadamba;

un tercio, sobre una flor de silindha.

Tres veces la diferencia entre los dos números voló a las flores de un kutuja,

y quedó una sola abeja que se alzó por el aire,

igualmente atraída por el grato perfume de un jazmín y un pandamus.

Dime tú ahora, mujer fascinante,

¿cuál era el número de abejas?

Cálculo- L.E. Aute

Cálculo

"Sólo dos

palabras y sobran cuatro

cinco

seis

 

nueve".

Luis Eduardo Aute

Comentario al poema Cálculo.-

Cuando leemos el número 4, son seis las palabras recorridas y, en consecuencia sobran cuatro para quien sólo pretendía decir "dos palabras". Al avanzar: cinco, seis .. Continúa creciendo y simultáneamente designando al número de palabras "que sobran". Hay dos huecos después para unos ausentes "siete" y "ocho" previos al "nueve" final, cifra que de esta forma continúa la serie creciente de palabras "superfluas" y es a su vez la suma total de las que intervienen en el ejercicio poético. (Emilio P Gómez)

A la línea. Rafael Alberti

A la línea

A ti, contorno de la gracia humana,

recta, curva, bailable geometría,

delirante en la luz, caligrafía

que diluye la niebla más liviana.

A ti, sumisa cuanto más tirana,

misteriosa de flor y astronomía,

imprescindible al sueño y la poesía,

urgente al curso que tu ley dimana.

A ti, bella expresión de lo distinto,

complejidad, araña, laberinto

donde se mueve presa la figura.

El infinito azul es tu palacio.

Te canta el punto ardiendo en el espacio

A ti, andamio y sostén de la Pintura.

El ángel de los números- Rafael Alberti

El ángel de los números

Vírgenes con escuadras

y compases, velando

las celestes pizarras.

 

Y el ángel de los números,

pensativo, volando

del 1 al 2, del 2

al 3, del 3 al 4.

 

Tizas frías y esponjas

rayaban y borraban

la luz de los espacios.

 

Ni el sol, luna, ni estrellas,

ni el repentino verde

del rayo y el relámpago,

ni el aire. Sólo nieblas.

 

Vírgenes sin escuadras,

sin compases, llorando.

Y en las muertas pizarras,

el ángel de los números,

sin vida, amortajado

sobre el 1 y el 2,

sobre el 3, sobre el 4 ...

1,2,3 Rafael Alberti

Alberti, Rafael
1,2, 3

1,2,3

soy un pez

4,5,6

gallo o pez

como gustéis

7

Ni pez ni gallo

vete.

El número de oro-2 (Alberti)

A LA DIVINA PROPORCIÓN

A ti, maravillosa disciplina,
media, extrema razón de la hermosura,
que claramente acata la clausura
viva en la malla de tu ley divina.

A ti, cárcel feliz de la retina,
áurea sección, celeste cuadratura,
misteriosa fontana de mesura
que el Universo armónico origina.

 

A ti, mar de los sueños, angulares,
flor de las cinco formas regulares,
dodecaedro azul, arco sonoro.
Luces por alas un compás ardiente.
Tu canto es una esfera transparente.
A ti, divina proporción de oro.

Rafael Alberti