Obeliscos: objetos matemáticos artísticos.
Traemos hoy unas esculturas especiales. Son unas esculturas geométricas pero con mala fama. Son unos poliedros irregulares singulares. Se trata de los obeliscos. Esculturas con muchos significados y de todo tipo, cuya realización y traslado han sido siempre muy complejos.
La mala fama les viene por haber sido objeto de robo, incautación o botín de guerra a lo largo y ancho de este mundo, y por la simbología que se le ha asignado. Hay uno que reúne todas estas condiciones. Se trata del obelisco de Aksum, al norte de Etiopía. Incautado en 1937 por las tropas de Mussolini fue trasladado a Roma para emular a los Césares. El Duce lo instaló en la Piazza di Porta Capena. La caída de un rayo sobre él –“la maldición del obelisco”- en 2002 hizo que se acelerara la devolución a su origen en 2005. Pero ¡ojo!: obelisco y fascismo es sólo una invención moderna sin sentido. Al parecer solo su forma de aguja simboliza la fuerza, la estabilidad y un rayo de sol de Ra; aunque muchos, después, lo han interpretado como les ha convenido.
Hay cientos de obeliscos por todo el mundo, unos “raptados”, otros “regalados” y otros, construidos en los países donde se exhiben. Se elaboraron imitando a los utilizados en el Antiguo Egipto. Los podemos encontrar con todo tipo de alturas y materiales, aunque la mayoría son de piedra.
Obelisco de Sesostris(Heliopolis)
La palabra proviene del griego obeliskos (diminutivo de obelos: aguja) y es un pilar de sección cuadrada con cuatro caras trapezoidales iguales, convergentes, rematado en una pirámide a la que se llama piramidón. Normalmente decorado por los laterales. Los antiguos -hace casi 4500 años- se erigieron en piedra y de un solo bloque (conocidos como tehen o tejen en egipcio). Actualmente hay más de treinta obeliscos en Egipto, pero muchos de ellos fueron llevados a Roma, en tiempos del Imperio Romano -ya saben, la capital- y más adelante otros imperios también se los llevaron a sus reinos (¡los imperios han ido cambiando de lugar!). Por su importancia vamos a enumerar a algunos de ellos y a las vicisitudes de su transporte.
Uno de los más conocidos fue la pareja de obeliscos llamados las agujas de Cleopatra –sin nada que ver con la famosa reina-. Se erigieron en la ciudad de Heliópolis en Egipto, por orden de Tutmosis III, en el siglo XV a.C. Cesar Augusto los trasladó a Alejandría en el año 12 y en el siglo XIX se transportaron a Londres uno de ellos y el otro a Nueva York. Están esculpidos en granito rojo, miden alrededor de 21 metros de altura y pesan unas 180 toneladas.
El que está en Londres, fue un regalo de Mehemet Ali en 1819, después de la victoria sobre los franceses en Alejandría en 1801 aunque permaneció en la ciudad hasta 1877, año en el que se encontró la financiación para su transporte. Se construyó un barco especial para ello –el Cleopatra- que fue remolcado por un vapor, el Olga, que “lo perdió” en una tormenta en el Golfo de Vizcaya y encontrado por el vapor ‘Glasgow’ que lo llevó hasta Inglaterra en Enero de 1878, llegando hasta Londres el 12 de Septiembre de ese año. Después de varios intentos de colocación en distintas partes de la ciudad, que fueron desechados por su imposibilidad, fue colocado en el embarcadero Victoria en el Támesis. Ver inscripciones y fotos en Egipto.com/Obeliscos.
(Londres)
El de Nueva York está en Central Park. Fue regalado por Ismail Pasha en 1869 después de la apertura del canal de Suez. Vanderbilt financió el transporte, llegó a la Estación Quarantine de Nueva York el 20 de Julio de 1880 y fue tirado por 32 caballos por las calles –durante 112 días, a razón de 30 metros diarios- e instalado definitivamente en el parque el 22 de Enero de 1881. Ver inscripciones y fotos de la época en Egipto.com/Obeliscos.
(Nueva York)
El obelisco que está en París, en el centro de la plaza de la Concordia, es conocido como el de Luxor, al provenir de ese templo en Egipto. Cuenta la leyenda que Josefina le dijo a Napoleón, allá por 1798: “..si vas a Tebas, me traes un obelisco…”. Sus deseos fueron órdenes, pero perdió las batallas decisivas y ello se aplazó hasta más tarde, aunque ya Napoleón no estaba, evidentemente. Fueron regalados por Mehemet Ali en 1830, pero los franceses solo “se tomaron” uno de ellos –el que estaba a la derecha y más pequeño- de los que estaban delante del templo de Luxor. Un barco creado especialmente para ello cargó el monolito en Diciembre de 1831, bajó el Nilo en Agosto de 1832 y llegó a París en Agosto de 1834 remontando el Sena. Mide 23 metros y pesa 230 toneladas y terminó de colocarse en su lugar definitivo el 25 de Octubre de 1836, con ayuda de máquinas elevadoras creadas ex profeso para la ocasión. El segundo obelisco –que no llegó a salir de Egipto- fue “devuelto” por François Mitterrand en la década de los ochenta. Ver fotos e inscripciones en Egipto.com/obeliscos.
(El de la Concordia en París y el de Luxor)
En Roma hay varios -8 de origen egipcio y 5 de origen romano-, pero es el de la Ciudad del Vaticano el que vamos a describir (¡ha sido el motivo de esta entrada!). En estos momentos de inflación de lugares vaticanos -¡Vaticano por todos sitios!- el obelisco que se erige allí, en la Plaza de San Pedro, también tiene su historia.
Fue levantado por Augusto en Alejandría, donde estuvo hasta que en el año 37 Calígula se lo trae de Egipto, como trofeo de guerra, una mole de 350 toneladas y 25 metros de altura y 4000 años de antigüedad y lo coloca en el circo de Nerón. El Papa Sixto V lo traslada definitivamente frente al Vaticano, ya en el siglo XVI, en su plan por embellecer Roma. Este traslado duró un año, realizado por Doménico Fontana- que construyó la Biblioteca Vaticana-; para el que necesitaron 900 hombres y 150 caballos e innumerables cuestiones técnicas que debieron solventar: matemáticas y logísticas.
Ello quedó reflejado en el libro Della trasportatione dell’obelisco Vaticano et delle fabriche di Nostro Signore Papa Sisto V(1590). Al principio tenía en su cúspide una esfera, pero más adelante es una cruz sobre una estrella que culmina la pétrea estructura. Pero hay más. Al parecer es un reloj de sol, tal como lo hicieron en la antigüedad.
Ya los primeros egipcios utilizaron los obeliscos como relojes de sol, para indicar el mediodía, el día más largo del año y el más corto, según su sombra. Pero solo hasta el siglo VIII a.C. empezaron a medir las horas. Fue en la Roma de Augusto cuando un obelisco (de 22 metros de altura y 230 toneladas) servía de gnomon al reloj de sol “Horologium Augusti”, que fue incautado en Egipto y que aún permanece delante del Parlamento Italiano, en la plaza de Montecitorio. El Horologium Augusti fue el mayor reloj de Sol del mundo antiguo.
Ver profundamente en Egipto.com/obeliscos y antonioalmela.com .
Los obeliscos no solo fueron exclusivos de Egipto
Además de en otros lugares y en otros tiempos también se esculpieron obeliscos. Los romanos fueron “casi” especialistas, copiando el estilo egipcio; de ellos tenemos el Agonalis de la plaza Navona en Roma, que mide 16,5 metros, en tiempos de Domiciano. En la edad contemporánea se construyeron por todo el mundo. Por ejemplo citaremos: los de Villa Tolonia en Roma (1842), en Monumento de Washington, en la capital de EEUU(1848-1888), que mide 169,29 metros de altura -segundo más alto del mundo-, el de la plaza Maracaibo en Venezuela (1945 y 45 m. de altura), el de Buenos Aires, Argentina(1936 y 67,5 metros de altura), el Monumento de San Jacinto, Texas(1936 y 173,7 m., el más alto del mundo) o el de Ayacucho(44 metros).
(Washington y Buenos Aires)
En España tenemos varios, pero por lo que sabemos, ninguno robado ni “extraditado” (algunos imperios no roban, extraditan legalmente las obras de arte. ¡¡Ojo: los españoles también lo hemos hecho, pero en este caso de los obeliscos nos hemos comportado!!). Aquí en España también tenemos algunos. Recordémoslos: el Obelisco de la Candelaria en Tenerife (1768 y 11m.), el de los Cantones en La Coruña(1895), el Cinc d’Oros en Barcelona(1936 y 67,5 metros), el de Cádiz (1954 y 12 metros), el pequeño como homenaje al general Torrijos en la plaza de la Merced de Málaga(1842), el de la plaza de Europa de Zaragoza(1990, 35 metros, de hormigón) y otro en La Coruña, el Millenium( de 2001 y 46 metros). Alrededor de donde vivimos tenemos algunos menos ambiciosos: Guillena, Fuengirola,....
(Barcelona, Cádiz,Malaga,Fuengirola)
De los últimos construidos ha sido el de Caja Madrid- que visto lo visto, ¡hemos pagado todos los contribuyentes!- por el arquitecto Santiago Calatrava. Pero no es un obelisco, aunque en Madrid se le conoce por ese nombre, ya que se trata de un cilindro de 92 m. de altura y 2m. de diámetro. Este es imitación de una que hay en Rumanía, al que se le conoce con el nombre de la Columna del infinito. Incluso tenemos uno que permanece todavía en las canteras. Se le conoce como el inacabado de Asuán. Se encuentra en las canteras al norte de la ciudad, aunque resquebrajado. Iba a ser la pareja del de Karnak, que está ahora en Roma. Hubiera sido el más grande del mundo.
Terminemos con una nota humorística: Obélix el inseparable de Astérix, debe su nombre a la forma de su cuerpo (obelisque). Admiremos a estos poliedros gigantescos , ya que tenemos pocas ocasiones de admirar esculturas geométricas y olvidemos su mala prensa. AMJ
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