Los cien años de La Grand Central Terminal de Nueva York, un ejemplo de geometría práctica.
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El pasado 29 de Enero se han cumplido 100 años de la inauguración de la estación de trenes más grande del mundo: la Grand Central Terminal de Nueva York, un ejemplo de geometría práctica, en donde la bóveda catalana, empleada por el arquitecto valenciano Rafael Guastavino, es exportada allende los mares hasta esa maravillosa ciudad.
La Grand Central Terminal se comenzó a construir en 1913 sobre otra ya existente: la Grand Central Station, aunque los neoyorkinos utilizan ambos nombres o Grand Central para denominarla. El Hall Vanderbilt- en honor de la familia propietaria del edificio- tiene 1200 metros cuadrados, coronados por unas extraordinarias pinturas de las constelaciones de Helleu, pintor francés, lo que se ha llamado el cielo invertido. El mismo pintor comentaba sobre su obra”…de inspiración medieval representa la visión del cielo desde la mirada de Dios…”.
Muchas curiosidades acompañan a la gran estación de trenes, entre ellas la Galería de los susurros, debido a que los arcos de cerámica producen una acústica especial: pequeños susurros en un extremo suenan a alaridos en el extremo opuesto; el reloj de cuatro caras del Main Concourse – el vestíbulo principal- está realizado en ópalo y se ha tasado en más de 20 millones de dólares;
las grandes lámparas –arañas- son de oro. Hay una parte inaccesible para el publico bajo el Waldorf Astoria , usada por Franklin D. Roosevelt, para ocultar su paralisis.
Ha sido utilizada como plató de cine en innumerables películas, como: Con la muerte en los talones, Superman, Armagedon, Los intocables de Elliot Ness, entre otras. Ver también la noticia en las páginas de cultura de El País.
Ha cumplido sus primeros cien años, ¡felicidades! AMJ
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