La tabla de multiplicar, de Miguel de Unamuno.
2 x 2 son 4,
2 x 3 son 6,
¡ay que corta vida
la que nos hacéis!.
3 x 3 son 9,
2 x 5 10,
¿volverá a la rueda
la que fue niñez?.
6 x 3 18,
10 x 10 son 100.
¡Dios! ¡No dura nada
nuestro pobre bien!
Infinito y cero,
¡la fuente y el mar!.
¡Cantemos la tabla
de multiplicar!
Miguel de Unamuno, escritor y filósofo de la generación del 98, e incluso diputado en tiempos de la República Española cultivó toda variedad de géneros literarios: entre los que sobresale la poesía.
En su libro Recuerdos de mi niñez y mocedad , su prolija autobiografía hasta los dieciseis años, escribe sobre la Aritmética y el Álgebra. cuánto odiaba a una y amaba a la otra. Sobre la primera nos decía:
"El Álgebra me gustó siempre más que la Aritmética. Me enredé siempre en la tabla de multiplicar y jamás logré adquirir ojo para hacer con presteza las divisiones. El planteamiento de un problema me era grato, pero su resolución me fatigaba, y aún sigue ocurriéndome así.”
Sobre el Álgebra, ya en su edad adolescente,apuntaba el placer que le producían su estudio y las clase de Matemáticas de su querido profesor D.Ignacio("Catauchu"):“¡Qué gozo el de desarrollar largos binomios y trinomios! Cuando el encerado estaba atiborrado de signos, de ecuaciones, el corazón se me alegraba, ponía en ello los cinco sentidos y experimentaba el placer que debe experimentar un general al desarrollar un numeroso ejército en vistosa parada a los ojos del pueblo y del soberano que lo contemplan. Sacaba factores comunes o los escamoteaba, reducía ecuaciones, quitaba y ponía completamente embebecido. Y al llegar al resultado final después de haber trazado los últimos términos al extremo inferior del tablero, en letra apretada y diminuta, con una rodilla en el suelo, entre neblina de polvillo de yeso, levantaba la cabeza radiante y contento al ver que había obtenido el resultado mismo que daba el texto. ¡Había salido!, ¡qué pena tener que borrarlo!”
Sencillamente magistral. AMJ
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